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General: EL CAPITOLIO DE CUBA
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De: cubanet201  (Mensagem original) Enviado: 06/07/2025 16:55
El Capitolio Nacional de Cuba, sus influencias estéticas
 
Con qué frecuencia se encuentra resumida su epopeya en el comentario 'inspirado en el Capitolio de Washington', que reduce al mínimo su empresa y lo deja como una copia china de un IPhone.


POR YANELI LEAL
 
Madrid - El 20 de mayo de 1929 culminó la construcción del capitolio de La Habana, un encargo del entonces presidente, Gerardo Machado, para la sede de poder legislativo de la naciente República de Cuba. En estos 90 años son muchas las historias y misterios que guarda este ícono de la arquitectura habanera.
 
Aunque la construcción y diseño de esta obra cumbre del neoclasicismo en la capital cubana estuvo inspirado en el Panteón de París, la Basílica de San Pedro en Roma y en el capitolio de EEUU, el edificio tiene una identidad muy propia.
 
El Capitolio Nacional es una obra magnífica, un hito indiscutible de la arquitectura cubana del último siglo, faro de la República construida y de la que se aspiraba tener. Los detalles de su construcción valorizan aún más esta titánica obra, edificada con gran calidad técnica y artística en tiempo exprés. Sin embargo, con qué frecuencia se encuentra resumida su epopeya en el comentario "inspirado en el Capitolio de Washington"; frase que reduce al mínimo su empresa y lo deja como una copia china de un IPhone. Duele el profundo desconocimiento detrás de esta sentencia, porque el Capitolio de La Habana, como otros que existen en el mundo, es heredero de una tradición salida de la propia Roma, pilar de la cultura occidental.
 
Capitolio, del latín capitolium, fue el nombre dado en Roma a una de las colinas fundacionales, que cual acrópolis concentraba el poder religioso. Al expandirse el Imperio se dispuso que cada nueva ciudad tuviera su capitolio, entendido entonces como espacio urbano. De los edificios republicanos de la Colina Capitolina, apenas quedan las ruinas del Tabularium (78 A.C.), antigua biblioteca o archivo del Estado. En 1143 se construyó sobre él el Palacio Senatorio, sede del Gobierno municipal de Roma.
 
Muy transformado a lo largo de los siglos, el Palacio Senatorio actualmente conserva fragmentos de distintas etapas constructivas hasta el Renacimiento, periodo al que corresponde su señorial escalera de dos rampas construida por Miguel Ángel Buonarotti, entre 1542 y 1554; y su fachada principal remozada por Giacomo della Porta y Girolamo Rainaldi, en 1605. La relevancia simbólica de este inmueble y los íconos que lo acompañan asociados a la antigua Roma, hicieron que con el tiempo el vocablo Capitolio pasara a referirse al edificio gubernamental directamente, convirtiéndose en sinónimo de Palacio del Parlamento o del Congreso. Formas utilizadas indistintamente en varias ciudades del mundo.   
 
Por otra parte, aunque desde entonces estos edificios han empleado diversos estilos arquitectónicos, ha predominado el vocabulario clásico como expresión favorita de la Academia. Este lenguaje comunica con claridad un mensaje de poder, orden y equilibrio, mientras declara la herencia de las culturas grecolatinas en el arte, el derecho, e incluso en los principios del Estado republicano.
 
EEUU es un ejemplo notable, porque 39 de sus 50 estados nombran Capitolio al edificio de Gobierno y la gran mayoría tiene un diseño de raíz clásica. Las soluciones son de lo más diversas, conformando un amplio catálogo que merece la pena conocer más allá del coloso de Washington D.C. Cada uno muestra la gran riqueza creativa desarrollada en una misma tipología con referentes europeos bien definidos, a la vez que sirven de inspiración a inmuebles similares.
 
Por ejemplo, el primer Capitolio, el de Virginia (1788), es de una pureza clásica extrema. En él, Thomas Jefferson reacomodó la tipología de templo romano a Palacio de Gobierno, quedando asumida la fórmula: escalinata más pórtico con columnas y frontón. Así el segundo Capitolio norteamericano, el de Maryland (1797), aunque tiene forma de palacio, cuenta con una escalinata y pórtico clásico a la altura de sus dos niveles. Este edificio incorporó la cúpula, elemento característico de la arquitectura romana, que ofrece un elemento vertical muy identificable en el perfil urbano. Caso interesante es que tuvo pararrayos, construido por su propio inventor Benjamin Franklin, ya que la cúpula estaba terminada antes de su muerte en 1790.
 
Un total de 41 capitolios de EEUU tienen cúpula, 15 de ellas coronadas por una escultura, principalmente de La Libertad. Algunas guardan similitudes, pero su aspecto por lo general es muy variado y distintivo. Si buscásemos alguna que pudiera haber repercutido en el diseño del de La Habana, consideraría las de Maine (1832), California (1874), Mississippi (1903), Rhode Island (1904), Arkansas (1915), Utah (1916), Wisconsin (1917) y Oklahoma (1917), antes que la de Washington D.C. (1866), mucho más recargada en cada uno de sus niveles al igual que la de Texas (1888).
 
Lo que unifica todas ellas, incluyendo el de La Habana, es que tuvieron un principal referente neoclásico: el Panteón de París (1790). La magnífica cúpula de esta edificación fue hasta la construcción de la Torre Eiffel el punto más alto de la capital francesa, por lo que resultaba más apropiada y atractiva a escala urbana que la de su precedente, originalmente romano, el Panteón de Agripa (126 d.C.). Ambos cuentan con el característico pórtico antes mencionado.
 
Por otra parte, si comparásemos el cuerpo horizontal de los Capitolios de Washington D.C. y La Habana observaríamos que no se parecen en el diseño de la escalinata, ni en la composición de sus volúmenes arquitectónicos. Más relación guarda el cubano con el de Kentucky (1910), Arkansas, Utah, Oklahoma, Missouri (1917) y, aunque terminados posteriormente, con el edificio legislativo de Olympia (1928) y el Capitolio de West Virginia (1932). Esto es considerando el volumen apaisado de planta rectangular con cuerpos ligeramente salientes al centro y en los extremos (pórtico y salones de las dos cámaras), y el diseño de fachada principal y posterior.
 
No obstante las coincidencias, cada edificio es auténtico en su concepción integral y en los detalles. Las semejanzas refuerzan la definición de una tipología que, utilizando un mismo lenguaje estético, encuentra múltiples variaciones y soluciones compositivas. Ejemplo singularísimo es el Capitolio de Wisconsin con una planta en cruz. El Capitolio de La Habana, por su parte, es el único que tiene dos semicírculos en los extremos, expresando de manera muy directa en el volumen arquitectónico la funcionalidad y distribución del espacio interior. Asimismo, es el único de los mencionados que incluye patios interiores, aspecto que sí tienen otros ejemplos latinoamericanos como el Capitolio de Colombia (1847-1926) y el Palacio del Congreso de Argentina (1906).
 
La verdadera conexión que tuvo el Capitolio habanero con EEUU fue su empresa constructora, Purdy and Henderson, que con gran eficiencia llevó a cabo los diseños trazados por los arquitectos cubanos. Según la arquitecta María Mestre, además aportaron otras ventajas "como la agilidad de organización y comunicación desde sus oficinas neoyorkinas para el pedido y gestión de materiales a cualquier parte del mundo" y la importación de la maquinaria y equipos más modernos para solucionar el gran reto de esta obra.
 
Antecedentes históricos
 
La construcción del Capitolio comenzó en 1926, durante un período de prosperidad económica y crecimiento cultural en Latinoamérica. El presidente Gerardo Machado concibió el edificio como un símbolo monumental del orgullo y el progreso cubanos. Su diseño se inspiró en la imponente arquitectura del Capitolio de los Estados Unidos y en las estructuras clásicas europeas. El Capitolio sirvió como sede legislativa de Cuba, representando el poder y la independencia.
 
Si bien su propósito ha evolucionado con el tiempo, el Capitolio conserva su importancia en la historia cubana. Hoy en día, se erige como un tesoro arquitectónico y un testimonio de las aspiraciones del pueblo cubano.
 
La arquitectura del Capitolio combina estilos clásicos y neoclásicos, con influencias tanto europeas como norteamericanas. Su estructura se asemeja mucho al Capitolio de los Estados Unidos en Washington, D. C., pero con detalles que le confieren una distintiva identidad cubana. La imponente entrada del edificio cuenta con una amplia escalera y altas columnas que crean una inmediata sensación de escala y simetría.
 
En su centro se alza una imponente cúpula de 91,73 metros —una de las más altas del mundo en su época—, diseñada para impresionar tanto por su forma como por su ingeniería. Esta cúpula, visible en el horizonte de La Habana, refleja la ambición monumental del proyecto.
 
En el interior, los visitantes son recibidos por La República, una estatua de bronce de 17 metros de altura. Ubicada bajo la cúpula, esta imponente figura representa el orgullo nacional y realza la importancia y majestuosidad del edificio.
 
Cada elemento, desde la disposición general hasta los detalles más pequeños, fue diseñado con precisión y propósito, haciendo del Capitolio no sólo un hito de belleza sino también un símbolo duradero de excelencia arquitectónica.
 
El arquitecto cubano Eugenio Rayneri Piedra dirigió el diseño del Capitolio, concibiéndolo como una de las estructuras más magníficas de Latinoamérica. Combinó influencias clásicas para crear un edificio que conserva su majestuosidad y su singularidad cubana. Artesanos locales y expertos internacionales colaboraron en su construcción, asegurando que cada detalle reflejara maestría y creatividad. La experiencia de Rayneri y la maestría de los constructores transformaron el Capitolio en un ícono arquitectónico perdurable.
 
La construcción del Capitolio duró tres años (1926-1929) e involucró a miles de trabajadores. Los ingenieros utilizaron estructuras de hormigón armado y acero para sostener la imponente cúpula y los intrincados detalles. Materiales de lujo como el mármol y el bronce exhibieron la riqueza y la ambición de Cuba.
 
La imponente disposición de la escalera, los ornamentados diseños del vestíbulo y la precisa artesanía ilustran la meticulosa planificación. Los ingenieros implementaron soluciones estructurales avanzadas para garantizar la estabilidad y lograr la perfección arquitectónica.
 
El diseño del Capitolio exhibe su opulencia mediante materiales de alta calidad. El mármol blanco de Carrara, Italia, adorna columnas, paredes y suelos, mientras que el mármol y la piedra locales cubanos aportan un carácter único. El bronce y el oro realzan elementos como la imponente estatua de La República .
 
Creada por el escultor italiano Ángelo Zanetti, La República mide 14,6 metros de altura y pesa 30 toneladas. Simboliza el orgullo cubano y es una muestra de una maestría excepcional. Los diseñadores eligieron materiales duraderos para garantizar la durabilidad y la elegancia del edificio. Esta combinación de materiales importados y locales creó una obra maestra que fusiona la identidad cubana con la sofisticación internacional.
 
El Capitolio cuenta con elementos distintivos diseñados para cautivar e inspirar. Su cúpula, una de las más altas del mundo en el momento de su construcción, requirió cálculos de ingeniería avanzados para su estabilidad. Un diamante de 25 quilates incrustado en el suelo sirve como punto de referencia para medir distancias en Cuba, lo que aumenta su atractivo.
 
Intrincados tallados, escaleras monumentales y esculturas de artistas de renombre realzan su grandeza. Estas innovaciones arquitectónicas, junto con su belleza estética, hacen del Capitolio una estructura técnicamente avanzada para su época.
 
FUENTE: DIARIO DE CUBA



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