
Trump dice que posee  un Renoir original... 
Y el museo de Chicago le responde que de eso  nada...
El Art  Institute de Chicago confirma que el Renoir que cuelga en su museo -y no el de  la Torre Trump- es el auténtico. No es un caso excepcional en el presidente de  EE.UU.  "Donald  Trump se cree sus propias mentiras", asegura el biógrafo del  presidente.
  
‘Fake world’
Los  «fakes» (falsificación) de Trump también llegan al arte
             Por Javier  Ansorena
Donald Trump ha demostrado que los conceptos de lo real y lo falso  pueden ser moldeados a su antojo. Lo dejó claro cuando apenas llevaba horas como  presidente de EE.UU. y aseguró que el público congregado en su investidura era  el más numeroso de la historia (era obvio que no). Sus nueve meses en la Casa  Blanca han supuesto un auge para la carrera de «fact checker», los periodistas  especializados en comprobar si lo que se dice es cierto. El presidente trufa sus  intervenciones de exageraciones, incorrecciones, inexactitudes y meras  falsedades. 
 
La  distorsión de la realidad llega a veces a lo ridículo. Este año se descubrió que  el multimillonario neoyorquino tenía colgadas en las paredes de sus clubes de  golf portadas falsas de la revista «Time» protagonizadas por él. Lo más  rocambolesco es que seguían ahí después de que Trump apareciera en la portada  del número del «hombre del año» de 2016.
 
Ahora se ha  comprobado que su visión borrosa de la frontera entre lo real y lo falso también  afecta al arte. El asunto tiene que ver con una obra maestra de Renoir que  cuelga en su fastuoso apartamento en la Torre Trump. Esta semana, la discusión  sobre su autenticidad Salió a la luz por la intervención de Tim O’Brien en el  podcast «Inside the Hive», de «Vanity Fair». O’Brien es biógrafo de Trump  -escribió «El arte de ser Donald Trump», publicado en 2005- y recordó una  conversación con el actual presidente en su avión privado. El autor se fijó en  un cuadro impresionista colgado en una pared de la nave. Trump le dijo que era  real. «No, no lo es, Donald», le respondió O’Brien, a pesar de la insistencia de  Trump. «Yo soy de Chicago», le explicó entonces el escritor. «Es un Renoir que  se llama "Las dos hermanas" y cuelga en una pared del Art Institute de Chicago.  Eso no es un original», dijo sobre el lienzo, que más tarde fue trasladado a la  Torre Trump.
 
A Trump no  le gusta que le contradigan y no dio su brazo a torcer. Esta semana, sin  embargo, una portavoz del museo explicó a varios medios locales que la pintura  fue una donación al Art Institute hecha en 1933 por Annie Swan Coburn, que a su  vez la había comprado por 100.000 dólares a Paul Durand-Ruel, un afamado  marchante de los impresionistas que la adquirió directamente de Renoir en 1881.  Del pedigrí de la obra de Trump, el museo de Chicago no quiso pronunciarse. Dos  expertos consultados por «Artnet» dejaron claro que lo que está en manos del  presidente de EE.UU. es una copia.
«Estoy  seguro que todavía dice a la gente que va a su apartamento "es un original"»,  aseguró O’Brien, para quien Trump «se cree sus propias mentiras durante  décadas».
 
Esta no es  la última polémica de falsificaciones de arte para Trump. La oficina de su mujer  en el mismo apartamento guarda un lienzo de «El palco», una obra en propiedad  del Courtauld Institute of Art de Londres. Una versión más pequeña del mismo  cuadro fue vendida en subasta por unos diez millones de dólares en 2008. La de  la Torre Trump es otra copia.
 
Trump ha  mostrado siempre su desinterés por el mundo del arte neoyorquino, al que ha  calificado de «elitista y falso». Al contrario que la mayoría de los magnates  empresariales, no forma parte de los clubes de grandes donantes a los museos de  la ciudad. Pero en esas copias pudo ver un atractivo: hacer creer -¿también a sí  mismo?- que valen mucho dinero.
 
"Donald  Trump se cree sus propias mentiras", asegura el biógrafo del  presidente. 
Como todo  millonario que se precie (o al menos eso es lo que dice Donald Trump) el actual  presidente de EEUU tiene un Renoir original en su apartamento en Nueva York.  Nada más y nada menos que una de las joyas de este artista: "Two Sisters (On The  Terrace)"
 
Sin  embargo, el museo Art Institute of Chicago se ha pronunciado alto y claro sobre  esta afirmación de líder estadounidense: eso no es cierto. La obra original del  impresionista francés Pierre-Auguste Renoir está con ellos desde el año  1933.
 
No es la  primera vez que esta obra está en el centro de la polémica. El biógrafo de  Trump, Tim O'Brien ha explicado a Vanity Fair que él ya había dudado sobre la  autenticidad de la obra colgada en el piso del magnate. Según el testimonio de  O'Brien, le aseguró que el verdadero estaba en Chicago, pero Trump insistió una  y otra vez que de eso nada, que el de él era el original, sin plantearse ni por  un momento una opción diferente.
 
"Estoy  seguro de que todavía le está diciendo a la gente que entra en su piso, 'es  original, es original'", asegura O'Brien. "Cree en sus propias mentiras de una  manera que dura décadas", sentencia. "Contará las mismas historias una y otra  vez, independientemente de si los hechos están o no frente a su  cara".
 
La portavoz  del Art Institute of Chicago, Amanda Hicks, se ha limitado a comunicar que el  instituto está "complacido de que nuestra versión sea la original". El Renoir  fue donado al Art Institute of Chicago en 1933 por Annie Swan Coburn tras  comprársela por 100,000 dólares a Paul Durand-Ruel. Durand-Ruel se la compró al  artista en 1881, según ha explicado Hicks.
 
La Casa  Blanca no ha querido responder a preguntas sobre la procedencia del Renoir de  Trump.
 
  
‘Fake  world’
ANTONIO NAVALÓN - La manera de vivir al  margen de la realidad de Trump hubiera dado en tiempos de Freud abundante  material de análisis.
A Donald Trump y a los suyos les debemos la propagación  de una extraña tendencia, vieja pero con nueva denominación: las “noticias  alternativas” (fake news), también conocidas como posverdad; en resumen, todo  aquello que al magnate no le gusta o no le encaja. Su negación o tergiversación  de la realidad empezó a ser una constante desde su misma toma de posesión, que  convocó, como demostraron las fotografías, a menos asistentes que las de Obama  en 2009 y 2013, aunque él afirmó que las imágenes habían sido manipuladas.  Entonces, debimos aprender que eso solo era el comienzo y sería la marca de la  casa.
Goebbels nos enseñó que una mentira repetida mil veces termina por  convertirse en una verdad. Los medios de comunicación viven hoy una situación  esquizoide y son un poco como el paranoico al que persiguen: ya no cuentan como  antes, todo es relativo, la verdad depende del punto de vista o de la ideología  de cada cual y lo que consideran negativo tiene mejor prensa entre la gente que  los valores democráticos.
¿Estamos acaso ante una crisis generacional? ¿O  ante una crisis entre la realidad y la ficción? ¿En un nuevo mundo o en uno  falso? Me asombra la desfachatez de los que se atreven a negar la realidad  porque, a fin de cuentas, pertenezco a una generación que alguna vez se atrevió  y fue capaz de romper lo inimaginable. Por esa razón, siempre he mantenido que  cada generación tiene derecho a equivocarse.
La herencia que está dejando  Trump al mundo, esta nueva manera de vivir al margen de la realidad, ajustándola  o negándola, hubiera dado en tiempos de Freud abundante material para el  análisis y varios miles de libros. Sin embargo, en este siglo XXI donde impera  la tecnología, el reino de Twitter y el universo de Facebook, solo es una  expresión de los profundos cambios que se están gestando en estos  tiempos.
Trump utiliza las armas de generaciones anteriores para atacar  la realidad y llamar mentirosos y falsos a todos aquellos que presentan datos o  informaciones que no le convienen. Y luego está una nueva generación que salta  por encima de todo eso y vive rompiendo los límites.
Al final, tanto los  que se van como los que llegan son esclavos de la tecnología. Ya no hay un mundo  en The New York Times o en EL PAÍS, ya no hay un mundo en otros periódicos  porque nadie pudo imaginar, ni en sus más increíbles sueños, que los medios de  comunicación perderían el dominio y la distribución de la información en favor  de Facebook. 
 
 
 

 
La pintura de Pierre-Auguste Renoir, "Las  dos hermanas" (en la Teraza) (1881). Se encuentra en el museo Art Institute of  Chicago desde el año 1933