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General: CARTA ABIERTA DE UN GAY COLOMBIANO AL PAPA FRANCISCO
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 31/05/2018 17:00
 Desde mi sencillo lugar de le pido que nos deje en paz”
Un gay colombiano  comparte una carta abierta al Papa Francisco, en la que le dice que no se moleste en integrarla a una sociedad que considera su orientación sexual como una “tendencia”.

                                                                                                                                                                                      Foto y texto ha sido  tomado de  Sentiido
 ME ENCANTARÍA QUE ALGÓN DÍA USTED ABUNDE                                        
EN FRASES CON UN EFECTO REAL SOBRE LA EQUIDAD EN EL MUNDO
  Señor Francisco:
No había podido escribirle antes esta carta. Me encontraba ocupada en algunos asuntos que usted seguramente juzgará mal, por desconocimiento, ignorancia o por la ceguera que han demostrado sus comentarios, a los que me referiré más adelante.
 
No es que yo lo considere a usted un ignorante. Creo que para ocupar el alto cargo jerárquico que ostenta en una iglesia, se requiere mucho estudio.
 
Sin embargo, “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Así que algunos asuntos que usted ignora son porque quiere aparentar ceguera.
 
Me permito seleccionar algunas frases de sus declaraciones y sacarlas de contexto, porque creo que cuando usted las ha dicho o escrito, no le ha importado el contexto actual. A la iglesia que usted encabeza sólo le importa el contexto cuando se refiere a sus propios intereses y casi siempre se refieren a un concepto de humanidad que dista mucho de abarcar a personas como yo.
 
Empiezo por esta frase suya del año 2013: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?” El catecismo de la Iglesia católica explica esto de forma muy linda.
 
Dice que no se deben marginar a estas personas por su homosexualidad. “Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia…” Me parece que su intención era buena al decir que a “estas personas” hay que integrarlas a la sociedad; pero, desde mi punto de vista, esa sociedad a la que usted nos quiere integrar, no es un lugar interesante para vivir.
 
Una sociedad que debe integrar a quienes no cumplen con preceptos antediluvianos y que considera mi orientación sexual como “tendencia” no tiene nada que ofrecerme.
 
En su frase no se ve intención alguna de cambio de las estructuras responsables de la discriminación por siglos. También hubiera sido adecuado que se manifestara usted de manera más fuerte sobre los casos de pedofilia de los curas: sus respuestas tenían más evasivas que las de cierto senador-expresidente de Colombia.
 
Es verdad: ¿quién es usted para juzgar a alguien? Yo tampoco soy nadie para juzgarle a usted, no lo juzgo, sólo enfatizo sus subterfugios. Se limitaba a decir que su postura es la misma de la iglesia. Es decir, la misma de hace milenios, pero la sociedad de hoy se ha transformado.
 
“¡Entienda el que pueda!” (Mt. 19:12)
 
Enfrentamos un mundo lleno de complicaciones y con la siguiente declaración que quiero citar, usted demuestra que esa postura, la de la iglesia, no va a contribuir a soluciones constructivas.
 
Me refiero a cuando dijo, a propósito del terrible atentado a la revista Charlie Hebdo en Paris, a principios de 2015, esta frase sabia: “Es verdad que no puedes reaccionar violentamente. Pero, si el Dr. Gasbarri, mi gran amigo, dice algo contra mi madre, puede esperar un golpe. Es normal”.
 
No entiendo qué es lo normal de esa reacción ni su relación con el tema de la libertad de expresión; usted había sostenido que la libertad se debería ejercer con responsabilidad.
 
Creo que fue muy afortunado que se expresara con tal honestidad, porque así el mundo puede entender cómo es usted realmente: “aquellos que hacen un juguete de la religión de otros… están provocando”.
 
Es decir, aunque se haya dicho lo contrario, usted justifica la violencia. Unas semanas después leí en el periódico otra perla salida de su excelentísima santidad: “Una vez, en una reunión, escuché a un padre de familia decir: ‘a veces tengo que golpear un poco a mis hijos pero nunca en la cara, para no humillarlos’”. ¡Qué lindo!, pensé, él tiene sentido de la dignidad.
 
O sea que el golpe que usted le daría a su gran amigo que habló de su progenitora estaría muy bien, sería muy digno siempre y cuando no fuera en la cara.
 
Para mí la postura que usted defiende va quedando clara; aunque tengo la duda de si los golpes dignos que esquivan la cara sólo aplican para infantes.
 
Hasta aquí, mi imagen sobre usted se definía como alguien que cree en prácticas que se han revaluado en muchos sectores de este mundo donde (desafortunadamente) cohabitamos. Es decir: el ojo por ojo y el castigo físico, por una parte, y la necesidad de integrar a las personas en una sola masa, por otra.
 
Sin embargo, usted no se detuvo. No sabe quedarse callado y mucho menos se abstiene de juzgar: “la ignorancia es atrevida”.
 
Por ahora, termino con otra cita. Usted se expresó contra aquellas personas que “manipulan” sus cuerpos, los asimiló a “Herodes” y afirmó que esto “destruye, conspira contra los designios de la muerte y desfigura el rostro del hombre y de la mujer, destruyendo la creación”.
 
Y siguió: “Pensemos en las armas nucleares, en la posibilidad de aniquilar en unos instantes un número muy elevado de los seres humanos. (…) Pensemos también en la manipulación genética, en la manipulación de la vida, o en la teoría de género, que no reconoce la orden de la creación”.
 
Creo que se refería usted a las personas trans. Gracias de nuevo por aclarar su postura y la del rebaño que pastorea. Ahora usted queda en un lugar muy distante. Me corrijo, soy yo quien se aleja definitivamente.
 
No quiero volver a leer las babosadas que usted profiere. Me encantaría que sus frases desatinadas no fueran consideradas doctrina por quienes discriminan, maltratan y ejercen todo tipo de violencias en mi país; pero estas mismas frases son las que hacen difícil que muchas personas construyamos la vida que queremos para nosotras.
 
Más distancia: sólo pido, desde mi sencillo lugar de loca atómica, que nos deje en paz. Que de verdad no nos juzgue, y que cuando hable, aclare antes, durante y después de sus discursos, ruedas de prensa aéreas y libros, que se dirige sólo a sus borregos. Las demás tenemos derecho a hacer con nuestra vida lo que nos dé la gana.
 
Yo creo que tengo derecho a creer que no es normal responder con golpes, que no hay nada de dignidad en el maltrato, que no se justifica ninguna violencia por una “provocación”.
 
Por suerte, somos muchas y como se dice por estas tierras: “la igualdad es imparable”. Le deseo que pueda seguir con la conciencia tranquila mientras sus “posturas” obstaculizan la vida de otros seres humanos.
 
Me encantaría que algún día usted abunde en frases con un efecto real sobre la equidad en el mundo y que ayuden a dar más justificaciones para el amor.
 
Me despido con un fraternal beso…
 
Cordial saludo,   Chiki T.
 
PS. Le dejo esta hermosa cita y le dedico de todo corazón la canción.
…Usted que inventó el pecado
olvidose de inventar
el perdón.
A pesar de usted
mañana ha de ser
otro día…
 
Fuente:  Sentiido


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: SOY LIBRE Enviado: 31/05/2018 17:01
 
 

 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 01/06/2018 14:24
¿REVERENDO CABRÓN?... CREO QUE SÍ...
En cualquier caso, la doctrina no es nueva. En diciembre de 2016 ya recogíamos como Bergoglio recordaba que la Iglesia católica no quiere como clérigos ni a homosexuales ni a personas que simpaticen abiertamente con la causa LGTB.

FRANCISCO AVISA A LOS OBISPOS: «ANTE DUDA» DE QUE UN
ASPIRANTE A SACERDOTE SEA HOMOSEXUAL, «MEJOR NO DEJARLO INGRESAR» EN EL SEMINARIO
     Por Humming Albus - dosmanzanas
El papa Francisco continúa con su estrategia de emitir gestos amables hacia la comunidad LGTB mientras se reafirma en las doctrinas más excluyentes de la Iglesia católica. Primero, la cara: el pontífice dedicaba un mensaje de aceptación a un hombre abiertamente gay, víctima de abusos sexuales por parte del clero chileno. «Que seas gay no importa, Dios te hizo así y te quiere así y a mí no me importa», fueron sus palabras. Pero pocos días después llegaba la cruz, en forma de aviso a los obispos italianos. El papa les ordenaba rechazar cualquier solicitud de ingreso en los seminarios ante «la menor duda» sobre la posible homosexualidad del aspirante a sacerdote. Unas directrices que siguen la línea de su predecesor Joseph Ratzinger, y que el propio Jorge Bergoglio ratificó hace año y medio.
 
La habilidad del papa Francisco para combinar una cara amable hacia las personas LGTB con el mantenimiento de la rigidez doctrinal ha vuelto a quedar de manifiesto en los últimos días. El pasado día 19, el periodista chileno Juan Carlos Cruz revelaba el contenido de la conversación privada que había mantenido con el líder de la Iglesia católica. Cruz, abiertamente gay, es una de las víctimas de abusos sexuales por parte del clero chileno, un escándalo de tal magnitud que llevó a los 34 obispos del país a poner sus cargos a disposición del pontífice.
 
Según las declaraciones de Cruz, que no han sido ni confirmadas ni desmentidas por el Vaticano, el papa le dijo: «Juan Carlos, que tú seas gay no importa. Dios te hizo así y te quiere así y a mí no me importa. El papa te quiere así, tú tienes que estar feliz con quien tú eres». Bergoglio saldría así al paso de las difamaciones que intentaron retratar a Cruz como un pervertido y pusieron en duda su testimonio sobre los abusos ejercidos por el sacerdote Fernando Karadima.
 
Unas palabras que van en la línea del «¿Quién soy yo para juzgarlo?», que pronunciaba el pontífice en 2013, en referencia a toda persona homosexual que «busca al Señor y tiene buena voluntad». Entonces como ahora, lo que parece un mensaje positivo sobre la aceptación de la realidad LGTB pierde credibilidad cuando se contrasta con las medidas concretas que el propio papa promueve. La semana pasada se produjo un nuevo ejemplo de esta contradicción entre los gestos y la realidad de los hechos.
 
Sucedía en un encuentro a puerta cerrada con los obispos italianos el pasado jueves. Planteado el tema de la admisión de personas homosexuales en los seminarios, Francisco era claro: «Si tenéis la más mínima duda [sobre la posible homosexualidad de un aspirante], mejor no dejarlo entrar». El objetivo, según el Vatican Insider, es evitar «escándalos» que «dañan la imagen de la iglesia». Por la coincidencia en el tiempo del aviso del papa con el caso de los abusos en Chile, se puede pensar que la jerarquía católica cree que se pueden evitar estos delitos rechazando a los sacerdotes gais.
 
En cualquier caso, la doctrina no es nueva. En diciembre de 2016 ya recogíamos como Bergoglio recordaba que la Iglesia católica no quiere como clérigos ni a homosexuales ni a personas que simpaticen abiertamente con la causa LGTB. Le bastó para ello referirse a documentos del anterior pontificado de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Principalmente la instrucción de 2005, a la que nos hemos referido en otras ocasiones, «sobre los criterios de discernimiento vocacional concernientes a las personas con tendencias homosexuales en vistas a su admisión al seminario y a las Órdenes Sagradas». Un documento que ya negaba el acceso al sacerdocio a «aquellos que practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la así llamada cultura gay». Admitía, eso sí, que se pudiesen tener «tendencias homosexuales que fuesen solo la expresión de un problema transitorio», que en ese caso debían quedar «claramente superadas al menos tres años antes de la Ordenación diaconal».
 
Una instrucción a la que siguió, tres años después, el documento «Orientaciones para el uso de las competencias de la psicología en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio», que reiteraba que quienes tengan «tendencias homosexuales fuertemente radicadas» no podían ser sacerdotes, señalando como novedad que los rectores de los seminarios pueden recurrir a exámenes psicológicos para detectar dichas «tendencias» y que los sacerdotes tienen que tener un «sentido positivo y estable de la propia identidad viril». Una doctrina que Francisco mantuvo sin ningún cambio (ni siquiera de lenguaje) en 2016 y que ha vuelto a reivindicar ahora. Los católicos LGTB seguirán siendo discriminados por su propia iglesia también en este aspecto.
 
Francisco avisa a los obispos: «ante la menor duda» de que un aspirante a sacerdote sea homosexual, «mejor no dejarlo ingresar» en el seminario
 
HUMMING ALBUS
Fuente: dosmanzanas



 
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