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General: El Vaticano, la homosexualidad y los abusos en la iglesia católica
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Réponse  Message 1 de 4 de ce thème 
De: administrador2  (message original) Envoyé: 18/02/2019 15:37
LA IGLESIA CATÓLICA Y SU DOBLE MORAL
“No es un lobby, es una es una comunidad"
No es una minoría que actúe, sino una mayoría silenciosa,  un lobby sería gente unida por una causa. Aquí cada obispo o cardenal se esconde ante los otros y ataca la homosexualidad de los otros para esconder su sector.

“¿Quién soy yo para juzgar?”
LOS ABUSOS EN LA IGLESIA CATÓLICA  
 Cuba_Eterna 
De los seminarios a la cúpula del Vaticano, la homosexualidad está omnipresente en la Iglesia católica y ayuda a entender las crisis que la han golpeado en las últimas décadas, desde la caída de vocaciones sacerdotales hasta el encubrimiento de abusos a menores, pasando por las campañas contra el Papa Francisco.
 
Así lo sostiene el sociólogo y periodista francés Frédéric Martel, que en cuatro años ha entrevistado a 41 cardenales, 52 obispos y nuncios apostólicos y embajadores extranjeros y más 200 sacerdotes y seminaristas en busca del “secreto mejor guardado” de la Iglesia. El resultado es Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano, más de 600 páginas en las que Martel (Chteaurenard, Francia, 1967) expone la doble vida y moral en el catolicismo romano. El libro "que hará temblar el Vaticano", como lo resume en portada el diario Le Monde, se publica en ocho lenguas y en 20 países, coincidiendo con la cumbre sobre la pederastia convocada por el Papa. En castellano lo edita Roca Editorial, el 21 de febrero en e-book y el 14 de marzo en papel.
 
Los homosexuales, según Martel, “representan a la gran mayoría” en el Vaticano. No cifra la cantidad, aunque una de sus fuentes le asegura que es “del orden del 80%”. El autor añade que, entre los 12 cardenales que rodearon a Juan Pablo II en los ochenta y noventa —en plena devastación por el sida y que definieron su política contra el preservativo—, la mayoría eran homosexuales. Se basa, para afirmarlo, en las entrevistas realizadas, algunas con los propios cardenales.
 
“La vida privada de los individuos les concierne a ellos y casi diría que no nos concierne”, dice en una entrevista. “Pero los efectos de este secreto y de esta mentira en la ideología del Vaticano  y sus consecuencias en el mundo, son considerables”.
 
El autor rechaza hablar de “lobby gay”: “No es un lobby, es una comunidad. No es una minoría que actúe, sino una mayoría silenciosa. Un lobby sería gente unida por una causa. Aquí cada obispo o cardenal se esconde ante los otros y ataca la homosexualidad de los otros para esconder su sector."
 
Las conclusiones del libro y algunas escenas pueden parecer osadas y en algunos momentos, morbosas. “Mi tema no son las fiestas chemsex”, precisa Martel en alusión a las orgías con drogas que saltaron a la prensa italiana el pasado verano. "Mi tema no son los abusos. Mi tema es la vida banal y trágica de los sacerdotes condenados a una castidad contranatura. Y esta gente está atrapada en la trampa de un armario en el que se han encerrado ellos mismos, del que no saben salir, mientras en el exterior todo el mundo se divierte”.
 
La originalidad de su investigación es que establece la homosexualidad —una homosexualidad callada y mezclada de homofobia— como núcleo del sistema eclesiástico. "Cuanto más homófobo es un obispo, más posibilidades hay de que sea homosexual. Es el código", dice en la entrevista.
 
Es la llave que permite entender muchos de sus problemas. La reducida capacidad de atraer a futuros sacerdotes, por ejemplo. “Antes, cuando eras un chico de 17 años en un pueblo italiano o español y descubrías que las mujeres no te atraían, la Iglesia era un refugio. Pasabas de ser un paria del que la gente se burlaba en el patio de la escuela a ser considerado Dios”, argumenta. Pero los tiempos cambian. “Incluso en el pueblecito italiano hay otras opciones que hacerse sacerdote”.
 
Martel incide en la aparente paradoja de un discurso anti-homosexual en un Vaticano mayoritariamente homosexual. Aborda la trayectoria de varios jerarcas de la línea más rigurosa, como el colombiano Alfonso López Trujillo, ya fallecido, ante el uso del preservativo, o el español Antonio Rouco Varela ante el matrimonio gay.
 
El autor se desmarca de las denuncias del arzobispo ultraconservador y adversario de Francisco, Carlo Maria Viganò, y niega que exista un vínculo entre la homosexualidad y los abusos sexuales en la Iglesia. Pero cree que la cultura del secreto derivada de la necesidad de mantener oculta la homosexualidad protege a los abusadores.
 
“Si eres un obispo y proteges a un sacerdote, ¿por qué lo haces?”, se pregunta. “Pienso que, en una gran mayoría de casos, los obispos que protegen a los abusadores se protegen a sí mismos. Tienen miedo. Pienso que la gran mayoría de obispos y cardenales que protegen a sacerdotes pedófilos son homosexuales”.
 
Angelo Sodano, que fue nuncio en Chile durante los años de Pinochet y secretario de Estado con Juan Pablo II, aparece como uno de los villanos del libro. Por las componendas que le atribuye con el régimen pinochetista. Y por el caso del sacerdote chileno Fernando Karadima, a quien Francisco expulsó del sacerdocio en septiembre.
 
“Me parece claro que Sodano, según todos los testimonios, las víctimas y los abogados de las víctimas, no habría participado en los abusos sexuales de Karadima. En cambio, parece imposible que no haya estado al corriente de [sus] abusos”.
 
Y, si Sodano es el villano de Sodoma, el héroe es Francisco. “Detrás de la rigidez, siempre hay algo escondido; en numerosos casos, una doble vida”, dijo el Papa en octubre de 2016. “El Papa”, coincide el libro, “pone en guardia a ciertos cardenales conservadores o tradicionales que rechazan sus reformas haciéndoles saber que conoce su vida escondida”.
 
El “¿quién soy yo para juzgar?” que Francisco pronunció en julio de 2013 resuena en todo el libro. Martel le ha hecho llegar un ejemplar.
 
ACERCA DEL AUTOR
ESPECIALISTA EN EL MOVIMIENTO HOMOSEXUAL
Frédéric Martel (Chteaurenard, Francia, 1967) no es vaticanista, pero sí especialista en el movimiento homosexual y autor de dos libros de referencia, El rosa y el negro, una crónica de los homosexuales en Francia desde 1968, y Global gay, sobre la globalización de la cuestión homosexual. Su nuevo libro, ‘Sodoma’ —mezcla de reportaje periodístico y ensayo cultural— no se presenta tanto como una investigación sobre una comunidad religiosa sino sobre una comunidad gay, una de las “más numerosas del mundo”. Y escribe: “Dudo que haya tantos ni siquiera en el Castro de San Francisco, ese barrio gay emblemático, hoy más mixto”.
 
MARC BASSETS, PARÍS, FEBRERO 2019
 
 FUENTE: EL PAÍS 


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Réponse  Message 2 de 4 de ce thème 
De: CUBA ETERNA Envoyé: 18/02/2019 18:06
 

 

Réponse  Message 3 de 4 de ce thème 
De: cubanet20 Envoyé: 19/02/2019 18:02
HOMOSEXUALIDAD, IGLESIA CATÓLICA, VATICANO
El sensacional libro retrata distintas subculturas sexuales, incluyendo encuentros clandestinos entre funcionarios del Vaticano y jóvenes musulmanes heterosexuales que trabajan prostituyéndose.
 
                                                                                                                                       Grafica Ben Wiseman
LOS JERARCAS HOMOSEXUALES DEL VATICANO      
POR FRANK BRUNI
Asombrado ante el misterioso santuario que explora su nuevo libro, el periodista francés Frédéric Martel escribe que “ni el distrito Castro de San Francisco tiene tantos homosexuales”.
 
Se refiere al Vaticano. Y así deja caer una bomba.
 
Aunque los editores del libro lo han mantenido en estricta reserva, obtuve un ejemplar antes de su lanzamiento del jueves 21 de febrero. Se publicará en ocho idiomas y en veinte países con el título Sodoma, en Europa occidental, y como In the Closet of the Vatican en Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá.
 
En él se afirma que aproximadamente el 80 por ciento de los miembros del clero católico romano que trabaja en el Vaticano, cerca del papa, son homosexuales. El libro sostiene que a mayor homofobia explícita de un funcionario del Vaticano, hay mayores probabilidades de que pertenezca a ese grupo y que, mientras más se escale en la cadena de mando, más homosexuales se encontrarán. Y que no todos son célibes. Ni por asomo.
 
Se supone que debería celebrarlo, ¿cierto? Yo soy un hombre abiertamente homosexual. Y en ocasiones soy crítico de la Iglesia. Albricias por la exposición de la hipocresía en puestos importantes y la afirmación de que algunos de nuestros verdugos tuvieron razones retorcidas. Gracias al cielo por el desafío a su autoridad moral. Que venga la luz. Que salga a relucir la verdad.
 
No obstante, me siento intranquilo e incluso un tanto asustado. Cualquiera que haya sido la intención de Martel, In the Closet of the Vatican podría no ser un juicio constructivo, sino una acumulación de municiones para los católicos de la derecha militante que están ansiosos de iniciar una cacería de brujas de sacerdotes homosexuales, muchos de los cuales son servidores ejemplares (y castos) de la Iglesia. Esos mismos católicos se oponen a hacer las reformas necesarias y citan las revelaciones del libro como prueba de que la Iglesia ya es demasiado permisiva y ha perdido tanto el camino como la dignidad.
 
Aunque él mismo es abiertamente homosexual, Martel sensacionaliza la homosexualidad al dedicar su investigación a los funcionarios católicos que han sostenido relaciones sexuales con hombres, no a quienes las han tenido con mujeres. La promesa del celibato que hacen los sacerdotes incluye parejas de cualquier sexo y la norma de las enseñanzas católicas que esta práctica quebranta no es solo la del sexo homosexual, sino la del sexo fuera del matrimonio. En ese contexto, el enfoque de Martel en la homosexualidad se concentra en la idea de que es especialmente inquietante y que despierta morbo.
 
Su tono no ayuda. Escribe: “El mundo que estoy descubriendo, con sus cincuenta sombras de homosexualidad, va más allá del entendimiento”. Para algunos lectores podría parecer “un cuento de hadas”. Desafía el conocimiento popular de que el papa Francisco, quien tiene detractores a su entorno, está “en la boca del lobo”; aclara: “No es del todo cierto: está entre las locas”. Tal vez se escuche mejor en la versión francesa, pero este lenguaje es profundamente bobo y sumamente ofensivo.
 
Las fuentes de la mayoría de la información de In the Closet of the Vatican son vagas y otros expertos en el Vaticano me dijeron que la cifra del 80 por ciento no es fidedigna ni creíble.
 
“No se trata de una acusación basada en la ciencia, sino en la ideología”, comentó el reverendo Thomas Reese, columnista de The National Catholic Reporter, quien visita el Vaticano con frecuencia y ha escrito muchos libros acerca de la jerarquía católica romana. “Uno de los problemas es que los obispos católicos nunca han permitido que haya ninguna clase se investigación sobre el tema. No quieren saber cuántos sacerdotes homosexuales hay”. Estudios independientes consideran que el porcentaje de homosexuales entre los sacerdotes católicos en Estados Unidos está entre el 15 y el 60 por ciento.
 
En una entrevista telefónica, Martel señaló que el 80 por ciento no es un cálculo suyo, sino de un exsacerdote del Vaticano cuyo nombre cita en el libro. Sin embargo, presenta esa cita sin el escepticismo suficiente y escribe, con sus propias palabras: “Es una gran mayoría”.
 
El autor asegura que In the Closet of the Vatican recoge la información de aproximadamente 1500 entrevistas realizadas a lo largo de cuatro años y las colaboraciones de los registros de investigadores y otros asistentes. Yo cubrí los acontecimientos del Vaticano para el Times durante casi dos años y el libro tiene tal cantidad de detalles que resulta persuasivo. Sin duda se hablará mucho al respecto y se discutirá acaloradamente.
 
El libro retrata distintas subculturas sexuales, incluyendo encuentros clandestinos entre funcionarios del Vaticano y jóvenes musulmanes heterosexuales que trabajan prostituyéndose. Cita nombres y, aunque muchos pertenecen a funcionarios del Vaticano y otros sacerdotes que ya fallecieron o cuya identidad sexual ya ha estado bajo el escrutinio público, Martel también dedica su energía a la sugerencia de que el predecesor de Francisco, el papa Benedicto XVI, es homosexual.
 
Quizá la descripción más gráfica de la doble vida que muestra la mirada de Martel es la del cardenal Alfonso López Trujillo, de Colombia, quien falleció hace poco más de una década. De acuerdo con el libro, acechó las filas de los seminaristas y sacerdotes jóvenes en busca de hombres a quienes seducir y contrataba, de forma rutinaria, hombres dedicados a la prostitución, a quienes con frecuencia golpeaba después de sostener relaciones sexuales. Al mismo tiempo promovía las enseñanzas de la Iglesia que afirman que todos los hombres homosexuales están “trastornados” y aceptaba la expulsión de los sacerdotes que se creía que tenían “marcadas tendencias homosexuales”, ya fuera que las ejercieran o no.
 
Parte de mi preocupación acerca del libro consiste en que su lanzamiento coincide precisamente con una reunión sin precedentes en el Vaticano en torno al abuso sexual dentro de la Iglesia. Por primera vez, el papa ha convocado a los presidentes de todas las conferencias episcopales católicas del mundo para hablar únicamente de este tema. No obstante, hace poco, el reverendo jesuita James Martin, un autor de libros que han sido éxito en ventas, escribió en un mensaje en Twitter que es evidente que el libro “desviará la atención del abuso infantil hacia la homosexualidad de los sacerdotes en general, mezclando equivocadamente la homosexualidad y la pedofilia en la mente de las personas”. Tiene razón.
 
El libro no equipara a la homosexualidad con la pedofilia y de hecho afirma, de manera distinta y relevante, que la cultura de sigilo de la Iglesia (una cultura creada en parte por la necesidad de los sacerdotes homosexuales de ocultar su identidad) trabaja en contra de la exposición de los acosadores sexuales que son culpables de cometer un delito.
 
Como me lo dijo David Clohessy, quien desde hace tiempo es defensor de los sobrevivientes de abusos sexuales llevados a cabo por sacerdotes: “Muchos de ellos tienen un gran elemento disuasorio para reportar los delitos sexuales de sus colegas. Saben que son vulnerables a que se les excluya. Es el celibato y la jerarquía secreta, rígida y antiquísima de puros hombres lo que contribuye al encubrimiento”. El abuso no tiene orientación sexual, un hecho que ha sido evidente en muchos casos de sacerdotes que han tenido relaciones sexuales con niñas y mujeres adultas, incluyendo monjas, cuya victimización ha sido reconocida públicamente por el papa Francisco por primera vez este mes.
 
No obstante, se trata de una sutileza fundamental que se pierde muy fácilmente en la densidad de los signos de exclamación del libro de Martel. Y habrá mucha más gente que lea los encabezados atrevidos acerca del libro que el libro en sí. Es probable que se queden con la siguiente idea: los sacerdotes católicos están trastornados y los homosexuales son agentes del engaño, reunidos en sociedades excéntricas con rituales extraños.
 
Le pregunté a Martel cuál era su objetivo. Respondió: “Soy periodista. Mi objetivo es escribir historias. No soy católico. No tengo sed de venganza. No me preocupa que la Iglesia sea mejor o peor”.
 
Le pregunté si le preocupaba que los homófobos usaran el libro como un arma. Si hacen la lectura correcta, respondió, se darán cuenta de que erradicar a los homosexuales significaría deshacerse de algunos de los héroes de la Iglesia, quienes vituperan en contra de la homosexualidad como una forma de negar o camuflar su verdadera identidad. Los cardenales que aceptan a los homosexuales, dijo, son aquellos que probablemente son heterosexuales.
 
Haciendo a un lado todo lo demás, el libro es evidencia de la enorme tensión entre una Iglesia que con frecuencia denigra y margina a los homosexuales y un sacerdocio lleno de ellos. “Este hecho se mantiene presente como una gran paradoja insostenible”, escribió Andrew Sullivan, quien es católico y homosexual, en un extraordinario relato para New York Magazine el mes pasado. En él explica por qué hubo tantos homosexuales en el sacerdocio, en especial hace unas décadas: no se sentían a salvo en una sociedad que los relegaba. El sentirse marginados los hizo inclinarse hacia la espiritualidad y hacia el deseo de ayudar a otros necesitados.
 
No estaban ideando una estratagema elaborada ni buscando el equivalente clerical de un sauna. Buscaban sobrevivir psicológica y emocionalmente. Muchos de ellos siguen intentándolo y me temo que In the Closet of the Vatican no será de mucha ayuda.

FUENTE:  NEW YORK TIMES


Réponse  Message 4 de 4 de ce thème 
De: cubanet20 Envoyé: 19/02/2019 18:06
 

 


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