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General: La Internacional Cristo-neofascista, al asalto del poder blandiendo la Biblia
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De: guajiro cubano  (Mensaje original) Enviado: 23/01/2020 14:19
POLITICOS SATÁNICOS
“Los evangélicos fundamentalistas son los que inspiran y legitiman la política declaradamente homófoba, sexista, xenófoba y antiecológica de Bolsonaro”. En El Salvador, la diputada de Conciliación Nacional Eileen Romero ha presentado una moción para decretar la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas. En Bolivia han entronizado la Biblia en la presidencia de la República para legitimar el golpe a Morales, lavar las muertes producidas como consecuencia del mismo, confesionalizar cristianamente la política, negar la identidad de las comunidades indígenas y desprestigiar sus cultos, calificándolos de “satánicos””

La Internacional Cristo-neofascista, al 
asalto del poder blandiendo la Biblia y el crucifijo
“Estamos ante una crasa manipulación de la religión y una perversión de lo sagrado que viene a apoyar los discursos de odio”
Por Juan José Tamayo
En Colombia fracasaron los Acuerdos de Paz porque los evangélicos fundamentalistas y los católicos integristas hicieron campaña en contra alegando falsamente que en ellos se defendían el matrimonio igualitario, el aborto y la homosexualidad. En la primera vuelta de las pasadas elecciones de Costa Rica ganó el pastor evangélico Fabricio Alvarado con un discurso a favor de los “valores cristianos” y del neoliberalismo y contra el aborto y el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo.
 
En Brasil los partidos evangélicos fundamentalistas fueron decisivos en la reprobación de Dilma Rousseff y en la elección del exmilitar Jair Messias Bolsonaro como presidente del país. Son ellos realmente los que inspiran y legitiman su política declaradamente homófoba, sexista, xenófoba y antiecológica. El apoyo a los discursos de Bolsonaro fomenta el eco-cidio y el racismo hacia las comunidades indígenas y desemboca tristemente en asesinato de los ecologistas.
 
A Brasilia llegó la organización norteamericana “Capitol Ministries”, cuyo objetivo es la creación de discípulos de Cristo en el ámbito político en todo el mundo. Lo que pretende es “reconstruir la nación brasileña a partir de valores cristianos forjados a través del estudio de la Palabra de Dios” y llevar los estudios bíblicos a Bolsonaro y sus ministros, mantener reuniones bíblicas individuales con los parlamentarios, especialmente con los no convertidos, y conseguir que cada parlamentario del Congreso Nacional reciba los textos bíblicos.
 
El gobierno de El Salvador parece seguir similares derroteros. En su toma de posesión el presidente de la República, Nayib Bukele, invitó a dirigir una reflexión y una oración al pastor evangélico argentino Dante Gebel, conocido por sus vínculos con pastores ultraconservadores como Casha Luna. Posteriormente se reunió con una representación de pastores evangélicos de diferentes países, entre los cuales había algunos de Estados Unidos, que son asesores de Trump. La diputada de Conciliación Nacional Eileen Romero ha presentado una moción para decretar la lectura obligatoria de la Biblia en las escuelas. La Asamblea Legislativa invitó a un grupo de pastores evangélicos a dirigir una plegaria religiosa en el día oficial destinado a la oración.
 
En Bolivia los militares y los sectores religiosos fundamentalistas han dado un golpe de Estado contra Evo Morales, presidente legítimo de la República Plurinacional, que colocó a las comunidades indígenas en el centro de su política social, cultural, económica y en la cartografía mundial. Y lo han hecho con la Biblia y el Crucifijo, puestos al servicio de la represión y de la humillación de los pueblos originarios.
 
Luis Fernando Camacho, jefe cívico de la oposición, y Jeanine Áñez, actual presidenta ilegítima, entronizaron la Biblia en la presidencia de la República para legitimar el golpe, lavar las muertes producidas como consecuencia del mismo, confesionalizar cristianamente la política, negar la identidad de las comunidades indígenas y desprestigiar sus cultos, calificándolos de “satánicos”.
 
“Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas, la ciudad no es para los indios, que se vayan al Altiplano o al Chaco… ¡Qué año nuevo ni lucero aymara del alba! Satánicos, a Dios nadie lo reemplaza”. Fueron declaraciones hechas en 2013 por Jeanine Áñez, que ha logrado poner en práctica ahora tras el golpe de Estado.
 
“Bolivia para Cristo. Nunca más la Pachamama al Palacio [Presidencial]… Dios nos ha enviado a Bolivia para evangelizar por segunda vez”. Fueron afirmaciones de Luis Fernando Camacho tras el golpe militar, seguidas por la colocación de la Biblia sobre la bandera criolla boliviana en el hall del Palacio del Gobierno en la Paz. Camacho llevaba razón: empezaba una segunda evangelización bañada de sangre como la primera de hace más de cinco siglos.
 
Tras estos fenómenos producidos en diferentes países habría que hablar de una alianza cristo-bíblico-militar-neoliberal-patriarcal fascista que actúa coordinadamente en todos los continentes, y muy especialmente en América Latina, utiliza irreverentemente el nombre de Cristo y defiende la “teología de la prosperidad” como legitimación del sistema capitalista en su versión neoliberal. Y lo hace con excelentes resultados: refuerza gobiernos autoritarios, derroca a presidentes elegidos democráticamente, da golpes de Estado, impide la aprobación de leyes en defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y encarcela a dirigentes políticos de la oposición, etc.
 
Estamos ante una crasa manipulación de la religión y una perversión de lo sagrado que viene a apoyar los discursos de odio y las prácticas de los partidos de extrema derecha en todo el mundo, que nada tienen que ver con la orientación liberadora e igualitaria del cristianismo originario.  El cristo-neofascismo se alimenta del odio, crece e incluso disfruta con él, lo fomenta entre sus seguidores y lo extiende a toda la ciudadanía. En su libro La obsolescencia del odio el intelectual pacifista Günther Anders lo define como “la autoafirmación y la auto-constitución por medio de la negación y la aniquilación del otro”. Tal modo de proceder está en contradicción con los principios morales de la mayoría de las religiones, en concreto del cristianismo, como el perdón y el amor al prójimo, a los enemigos y la renuncia a la venganza del “ojo por ojo y diente por diente”. El odio se traduce en una serie de manifestaciones dogmáticas, intolerantes, irrespetuosas y agresivas contra:
 
-la “teoría de género”, a la que llaman despectivamente “ideología de género”, asocian con la lucha y la competitividad entre hombres y mujeres responsabilizan de la destrucción de la familia;
 
-el feminismo, definido como “feminazismo”, “cosa del diablo” y “suicidio de la propia dignidad humana”;
 
-los programas de educación afectivo-sexual en las escuelas bajo la consigna “con mis hijos no te metas”;
 
-la violencia de género, negando la evidencia de los miles de feminicidios producidos en todo el mundo por odio a la vida de las mujeres;
 
-el LGTBIQ con la defensa de la heteronormatividad y la binariedad sexual, que desemboca en persecución y agresiones contra gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, queer;
 
-el matrimonio igualitario y la homosexualidad, limitando los derechos afectivo-sexuales de las personas;
 
-la interrupción voluntaria del embarazo con la persecución a quienes la practican;
 
-las personas y los colectivos migrantes, refugiados y desplazados, a quienes se acusa de ser los responsables de los disturbios sociales que se producen en los países de acogida, de quitar el trabajo a las personas nativas y de hacer uso de unos servicios sociales, sanitarios y educativos cuyos únicos destinatarios deben ser los ciudadanos nacionales;
 
-las comunidades musulmanas, a las que se acusa de tener otro modelo de familia, de discriminar a las mujeres y de tener una concepción de la política incompatible con la democracia y los derechos humanos; las comunidades judías, objeto de antisemitismo; las personas negras, objeto de racismo;
 
-el cambio climático, demostrado científicamente en la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid, así como la necesidad de endurecer los recortes de emisiones y los futuros mercados de carbono; la naturaleza, a quien se niega su dignidad y derechos y es objeto de ecocidio.
 
La Internacional cristo-neofascista ha cambiado el mapa político y religioso en Estados Unidos, están cambiándolo en América Latina y va camino de hacerlo en Europa. El salto a la política del movimiento religioso fundamentalista supone un grave retroceso en la autonomía de la política y de la cultura, en la secularización de la sociedad y en la separación entre Estado y religión.
 
Durante más de una década América Latina tuvo gobiernos progresistas en América Latina, que incorporaron nuevos protagonistas en la vida política: mujeres, comunidades campesinas, indígenas, afrodescendientes, identidades afectivo-sexuales otrora discriminadas, la propia naturaleza.
 
A su vez defienden el fortalecimiento de la familia patriarcal, el racismo epistemológico, que desprecia los conocimientos y saberes que no se atienen al modelo integrista de pensamiento único.
 
Mientras tanto muestran una total insensibilidad ante el fenómeno de la pobreza y las desigualdades, las dictaduras militares, las discriminaciones de género, la desigualdad, etnia, cultura, religión, género, clase social, identidad sexual, etc.
 
¿Resignación o respuesta adecuada?
 
¿Cómo responder al discurso de odio? ¿Tendremos que resignarnos ante esta Internacional del odio y sus violentas manifestaciones? En absoluto. Inspirándome en el libro de Carolin Emck, Contra el odio (Taurus, Madrid, 2017), ofrezco el siguiente  decálogo:
 
1-No callar ante los odiadores, ni dejarnos amedrentar por ellos;
 
2-No considerar el odio como algo natural, sino como algo que se incuba, se programa, se cultiva;
 
3-No responder al odio con más odio;
 
4-Analizar el contexto en que se produce el odio y las causas que lo provocan;
 
5-Hacer un elogio comprometido de lo diferente y lo “impuro”, reconocer a los otros y las otras como iguales y diferentes;
 
6-Observar el odio antes de su estallido para prevenir sus mortíferas consecuencias;
 
7-Tener el valor de enfrentarnos a él como condición necesaria para defender la democracia,
 
8-Adoptar una visión abierta de la sociedad;
 
9-Ejercer la capacidad de ironía y de duda, de la que carecen los generadores de odio, enfundados como están en certezas absolutas.
 
10-Construir comunidades no discriminatorias, sino integradoras donde quepamos todas y todos, también la naturaleza, practicando la eco-fraternidad-sororidad, la ciudadanía y la cui-dadanía universales.
 


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