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General: Tennessee Williams, el escritor gay que tuvo una vida tan turbulenta
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De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 27/02/2023 15:34
Tennessee Williams, el escritor gay 
que tuvo una vida tan turbulenta como sus personajes
Se cumplen cuarenta años de la muerte de Tennessee Williams, uno de los grandes renovadores de la escena teatral estadounidense junto a Eugene O’Neal y Arthur Miller. Supo representar como pocos la opresiva y sofocante vida sureña.
 
POR EDUARDO BRAVO
Cuando el viernes 25 de febrero de 1983 los responsables del Hotel Elysee de Nueva York solicitaron la presencia de un equipo médico en el establecimiento, lo hicieron sabiendo que no había posibilidad alguna de reanimar al huésped de la habitación 1302. El cuerpo mostraba signos evidentes de rigor mortis, sin embargo, la trayectoria vital del fallecido, nada menos que el dramaturgo Tennessee Williams, aconsejaba que el caso no se cerrase con una simple declaración de muerte natural certificada por el médico del hotel.
 
El que fuera uno de los renovadores de la escena estadounidense del siglo XX había tenido una vida turbulenta, en la que no faltaron las adicciones al alcohol, a los barbitúricos, las depresiones y una promiscua vida sexual en la que compatibilizó parejas estables con chaperos que, en algunos casos, habían llegado a robarle o agredirle. En definitiva, una situación compleja que no permitía descartar el suicidio, el asesinato a manos de un amante ocasional o una sobredosis.
 
Realizada la autopsia en los siguientes días, la causa del fallecimiento no fue la ingesta excesiva de barbitúricos —presentes en la habitación y en el cuerpo en dosis elevadas—, sino la mala suerte. Al intentar abrir un bote de gotas para los ojos con la boca, Williams se había tragado accidentalmente la tapa del cuentagotas, lo que le provocó una asfixia que acabó causándole la muerte.
 
El sur más sofocante y tórrido
Thomas Lanier Williams III había nacido en 1911 en Columbus (Misisipi), en el seno de una familia atravesada por el conservadurismo, el racismo imperante en el sur del país, el fanatismo religioso —su abuelo era una figura destacada de la iglesia episcopal de Estados Unidos— y la represión sexual. Según recordaba el propio escritor, su madre acostumbraba a gritar de dolor cuando mantenía relaciones sexuales con su padre, por lo que siempre presentó a sus hijos el contacto corporal como algo indeseable, hasta el punto de que no fue hasta pasados los 26 años cuando el escritor se masturbó por primera vez y comenzó a tener sus primeras experiencias sexuales con otras personas.
 
Ese opresivo ambiente marcó la vida de toda la familia. Sin embargo, mientras que la hermana del escritor acabó desarrollando problemas emocionales que la mantuvieron ingresada en una institución psiquiátrica donde llegó a ser sometida a una lobotomía, el joven Thomas decidió canalizar su sufrimiento a través de la literatura. Aunque durante su época de estudiante universitario escribió una docena de piezas teatrales, algunas de las cuales llegaron a ser estrenadas, su debut como autor profesional se produjo en 1940 con Battle of Angels, una obra que recibió muy mala acogida y que fue reescrita posteriormente por Williams con el título La caída de Orfeo.
 
La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial a consecuencia del ataque a Pearl Harbour hizo que Thomas, que por entonces ya había comenzado a utilizar el sobrenombre de Tennessee por su origen sureño, fuera llamado a filas. Tras pasar el reconocimiento médico, el escritor fue declarado inútil para el servicio militar debido a su adicción al alcohol, su homosexualidad y su inestabilidad emocional. Gracias a esta licencia, Williams pudo aceptar una oferta de trabajo como guionista en Hollywood, actividad que compaginaba con la escritura de su propia obra dramática que, a diferencia de lo que había sucedido unos años antes, recibió muy buena aceptación por parte del público y la crítica.
 
El primero de sus éxitos fue El zoo de cristal, obra de 1945 inspirada en la tóxica relación que mantenían su madre y su hermana, a la que siguió, dos años más tarde, Un tranvía llamado Deseo, la pieza que lo consagró como autor y en cuya escritura también tuvieron un importante papel las experiencias vitales del escritor.
 
Tennessee DuBois
Después del éxito de El zoo de cristal, Williams decidió pasar una temporada en México. Allí conoció a Pancho Rodríguez, un joven de 24 años hijo de un guardia fronterizo, del que se enamoró hasta el punto de invitarle a acompañarle a Nueva Orleans. En la ciudad estadounidense, el escritor comenzaría a dar forma a Blanche DuBois y Stanley Kowalski, personajes que tenían mucho del propio Williams y de Rodríguez. Según Elia Kazan, director responsable del primer montaje teatral de Un tranvía llamado Deseo y su posterior adaptación cinematográfica, durante algún tiempo tuvo dificultades para entender la relación de amor odio que mantenían los protagonistas de la obra. Sin embargo, todo cobró sentido cuando presenció un altercado entre el escritor y su amante: “Si Tennessee era Blanche, Pancho era Stanley”, escribía Kazan en su autobiografía.
 
A pesar de su influencia en la vida y la obra de Williams, la relación con Rodríguez fue tan intensa como efímera. Unos meses más tarde, el escritor conoció a Frank Merlo, un joven italoamericano de Nueva Jersey con el que mantendría la que sería su relación más duradera, que no monógama. Desde 1947 hasta 1963, Merlo sería secretario, confidente, enfermero y cualquier otra labor que Williams requiriera aunque, cuando era preguntado cuál era su verdadera profesión, el joven solía responder con humor: “Acostarme con el señor Williams”.
 
Juntos pasaron largas temporadas en Roma junto a Truman Capote y Gore Vidal, viajaron a Barcelona, donde visitaron Montserrat, el Barrio Gótico y la Bodega Bohemia, mítico local del Paralelo y, durante el tiempo que duró su relación, Williams firmó algunas de sus mejores obras. Entre ellas, La rosa tatuada, La gata sobre el tejado de zinc caliente, Baby Doll, Dulce pájaro de juventud, La noche de la iguana y De repente, el último verano.
 
Fuera de tiempo y lugar
Tras la ruptura con Merlo, la vida de Tennessee Williams inició una decadencia creativa y vital que duraría hasta su muerte. El escritor, que había transformado la escena estadounidense y había dado a Hollywood algunas de sus mejores películas gracias a unos guiones en los que no faltaban temas como la homosexualidad, la infidelidad e incluso el canibalismo de De repente, el último verano, se encontró que la sociedad, completamente diferente a la de los años 40 y 50, ya no se escandalizaba con sus propuestas.
 
Retirado en su casa de Cayo Hueso, Florida, Williams se dedicó a pintar cuadros que regalaba a amigos o vendía a los curiosos que se acercaban hasta el lugar, más intrigados por saber qué eran aquellas extrañas pinturas colocadas en la valla de la vivienda, que por conocer realmente la identidad del pintor. Alejado del foco mediático, Tennessee Williams había perdido su aura de gran escritor, por lo que, para la población de Cayo Hueso, no era más que un viejo homosexual anónimo al que grupos de jóvenes, alentados por un pastor baptista local que propugnaba echar del lugar a aquellas personas que él consideraba indeseables, no dudaban en hostigar.
 
Ese clima de hostilidad hizo que la casa de Williams fuera atacada en varias ocasiones y que incluso él mismo fuera objeto de agresiones. En 1981, el escritor y su amigo Dotson Rader fueron amenazados por varios hombres, uno de los cuales portaba un cuchillo. Si bien Rader quiso proteger al escritor, este se encaró con el agresor y sus acompañantes al grito de: “¡Me llamo Tennessee Williams y no tengo por costumbre retroceder!”. A pesar del dramatismo de una frase que parecía más acorde para una de sus obras que para la vida real, Williams no pudo evitar que él y su amigo fueran golpeados por los asaltantes. Aunque los dos hombres denunciaron los hechos, uno de los responsables fue identificado como el hijo de un policía local y el caso fue archivado.
 
Hechos como este provocaron que, en los últimos años de su vida, Tennessee Williams considerase que estaba fuera de lugar. “No entiendo mi vida, pasada o presente, ni entiendo la vida misma. La muerte me parece más comprensible”, escribió a un amigo pocos meses antes de fallecer, reconociendo con ello un estado depresivo que se había acentuado a consecuencia de su alcoholismo y su delirio paranoide, que le llevaba a culpar de su mala situación a aquellos que, durante décadas, le habían ayudado a ser quien era. Por ejemplo a Audrey Wood, su agente literaria a la que, lejos de agradecer lo que había hecho por su carrera, despidió tras acusarla de haberle coartado su creatividad y planear montar un parque temático dedicado a él una vez el escritor falleciera.
 
Tennessee Williams
Falleció, el 25 de febrero de 1983, en Nueva York, Thomas Lanier Willams III, uno de los más grandes dramaturgos, escritor y guionista, de los Estados Unidos. Premio Pulitzer, premio Tony.
 
Contaba con la edad de 71 años cuando se atragantó con la tapa de un pomo de medicina que trataba de quitar con la boca. No tuvo control de sus movimientos, se encontraba bajo el efecto de barbitúricos y el alcohol. Hallaron su cuerpo en un hotel de Nueva York donde vivía.
 
Fue enterrado en el cementerio Calvary de St. Louis, Misuri, denegando su deseo de ser enterrado junto al mar, en el lugar donde descansa el poeta Hart Crane, una de sus influencias más significativas.
 
Conocido por su seudónimo de Tennessee Williams, dado por sus compañeros de estudios, debido a su acento sureño y su lugar de origen, Mississipi, alcanzó la fama a los 34 años con su obra El zoo de cristal en 1945. Con ella gana el premio de la crítica Teatral de Nueva York. Los personajes principales representan a su hermana y a su madre.
 
Todo esto es absorto, metido en el caldo de sus letras, para parir: Un tranvía llamado Deseo, La rosa tatuada, La gata sobre el tejado de zinc, Dulce pájaro de juventud, Obra de té; hasta llegar a 19 obras.
 
Nacido el 26 de marzo de 1911, fue el mediano de tres hermanos y la difteria, enfermedad infecciosa, sería el pretexto para que comenzara a crear. La madre lo anima a que use su imaginación en esos dos años que estuvo en cama. Más tarde, a los 13, le regala una máquina de escribir.
 
Nadie como él supo exponer ese Sur marcado por la derrota de la Guerra de recesión, dulce y violento, con el olor al negro que recogía el algodón, esos mismos que ahorcaban al pie de una cruz. Ese Sur con su orgullo decadente, sus héroes blancos marginados, dentro de una burguesía vencida.
 
Personaje de arquetipos sólidos y claustrofóbicos, muestran un interés a la discapacidad, no solo física, también mental, a la inadaptación y al desamparo. Los hipócritas y los rebeldes están, casi, en una misma esquina. Mezcla de realismo y sueño es el análisis a una sociedad alienada. Es el deseo de añoranza, la lujuria, la soledad de la que nunca pudo huir.
 
La homosexualidad de Tennessee Williams era un secreto a voces,  que fue públicamente confirmada hasta la era post-Stonewall cuando los críticos gay le reprendieron por no salir del closet, lo que hizo que el dramaturgo declarará en sus “Memorias” de 1975 su homosexualidad. A partir de entonces su obra teatral comienza a tocar la homosexualidad de una manera más directa y ser la protagonista. Sin embargo, cualquiera que hubiera leído sus cuentos y poemas, en los que Williams podría ser más sincero de lo que podía estar en las obras escritas para un público de Broadway, tuvo una amplia evidencia de su homosexualidad.
 
Williams escribió desde el armario durante muchos años, con su homofobia interiorizada, con su deseo erótico por los hombres, y por los monstruos que poblaron su existencia marginalizada por el heterosexismo. Tennessee escribió así una profunda poesía llena de miedo y de dolor, de desesperación, que se balancea entre el deseo carnal y el amor puro, entre el odio por sentir ese deseo prohibido y por el placer de ser poseído u amado por aquellos jóvenes que buscaba en las zonas de cruising de mala muerte, su poesía está llena de metáforas que nos sugieren imágenes varoniles homoeróticas que se retuercen  entre las sabanas sucias de moteles y cuartuchos oscuros, entre subterráneos malolientes y bajo los puentes de las ciudades noctambulas, de hombres que se venden, de hombres que se entregan, de hombres que aman con miedo y aun así aman bajo la mirada inquisidora de una nación en una época ultrahomofóbica. Aquí les dejo algo de las bellas composiciones poéticas de este Caballero de las letras que marcó un hito en la forma de hacer teatro, de escribir los sentimientos humanos y de enfrentar al mundo pre-Stonewall – aunque sea con un tono homofóbico – sobre la realidad del mundo gay.
 
FUENTE: VANITY FAIR


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