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General: Poca compasión con Jair Bolsonaro
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De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 09/07/2020 18:00
Nefasta gestión, COVID-19
El presidente de Brasil tiene COVID-19. Muchos brasileños piensan que se lo merece, ya que el populista había mostrado anteriormente poca simpatía por las víctimas. Políticamente, la enfermedad podría beneficiarlo.

Poca compasión con Jair Bolsonaro
         En las calles de Río de Janeiro hubo casi unanimidad. "Ahora está pagando por sus palabras", comentó un jubilado sobre la enfermedad del presidente. Ahora le tocaba a Jair Bolsonaro, "eso es bueno". "Espero que se muera", exclamó una enfermera. "Y espero que sufra antes de eso, al igual que la población que no tiene respiradores ni medicamentos. Su muerte sería más que justa, nadie en este planeta lo extrañaría. Adiós, Bolsonaro," agregó. En las elecciones presidenciales de octubre de 2018, dos tercios de los electores de la ciudad de Río de Janeiro votaron por Bolsonaro. Ahora, 7.055 víctimas del coronavirus ( 7 de julio) más tarde, es difícil encontrar a alguien que defienda al presidente. "Es todo marketing, ya no le creo nada", dijo Ricardo José da Silva, comentando la noticia de la enfermedad del presidente. Cree que, incapaz de gobernar, Bolsonaro inventó su enfermedad para distraer.
 
De la "gripecita" a 70.000 víctimas
 
Desde el comienzo de la pandemia, Bolsonaro calificó el COVID-19 como "gripecita" y se negó a tomar la iniciativa en la lucha contra el virus. En cambio, saboteó las medidas promulgadas por los alcaldes y gobernadores. Dos ministros de Salud tuvieron que abandonar su puesto por la disputa sobre las reglas para contener la expansión del coronavirus y la aprobación de los controvertidos medicamentos antipalúdicos hidroxicloroquina y cloroquina exigida por Bolsonaro. Mientras Bolsonaro considera que los medicamentos contra la malaria eran un "regalo de Dios", las autoridades sanitarias de todo el mundo advierten contra su uso.
 
Desde hace semanas, Brasil no tiene un ministro de Salud. Un general sin experiencia en asuntos sanitarios dirige el ministerio interinamente. Con hasta 1.300 víctimas de COVID-19 al día, muchos brasileños ven esto como una abierta declaración de guerra contra el propio pueblo. Brasil se acerca a la marca de 70.000 víctimas, con más de 1,6 millones de personas infectadas. Los científicos creen que el número de casos no detectados es enorme debido a la falta de capacidad de hacer exámenes.
 
Ni siquiera el Mesías hace milagros
 
A finales de abril, Jair Messias Bolsonaro había hecho comentarios lacónicos cuando se llegó a la marca de 5.000 muertos. "¿Y qué? ¿Qué quieren que haga? Mi nombre es Mesías, pero no puedo hacer milagros". Fue una bofetada en la cara de las víctimas y sus familiares. Ahora el presidente mismo está cosechando desprecio, burla y hostilidad.
 
Muchos de sus archienemigos políticos, como el gobernador de São Paulo, João Doria, y los periodistas críticos de la cadena de televisión Globo le desearon una pronta recuperación. Pero fue el periodista Hélio Schwartsman quien desató un escándalo. "Por qué espero que Bolsonaro muera", tituló en el periódico Folha de Sao Paulo. "Al morir, el presidente le estaría haciendo al país un servicio que no podría ofrecer en vida", comentó.
 
El sabotaje de Bolsonaro aumenta el número de víctimas
 
Schwartsman se refiere a los estudios según los cuales el sabotaje de las medidas anti-coronavirus por parte de Bolsonaro aumentó el número de víctimas. Por lo tanto, considera que la muerte de Bolsonaro salvaría muchas vidas y también sería una advertencia global para otros políticos irresponsables. El ministro de Comunicaciones de Bolsonaro, Fábio Faria, condenó enérgicamente el ataque periodístico del martes por la noche.
 
Pero Bolsonaro también tiene que aguantar una paliza en los medios sociales. Según una investigación de la plataforma de monitoreo digital Torabit, el 84 por ciento de todos los tweets sobre Bolsonaro del martes fueron negativos.
 
Bolsonaro podría beneficiarse a largo plazo
 
Sin embargo, Oliver Stuenkel, politólogo de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), no ve tan negativa la situación de Bolsonaro. "El presidente, naturalmente asume que no se pondrá tan enfermo. Tratará de usar esto para mostrar que COVID-19 no es un peligro tan grande para los ciudadanos brasileños", dijo a DW.
 
Según Stuenkel, el populista Bolsonaro apostará por la cloroquina como "cura milagrosa" y dirá:  "Miren, tomando cloroquina, no les puede pasar nada." De hecho, el martes por la tarde, Bolsonaro publicó un video que lo muestra tomando una tableta de hidroxicloroquina. "Ya me siento mejor, así que está funcionando", dijo el presidente.
 
En la playa de Río de Janeiro, la gente espera lo contrario. "Tanto como él desea que mueran los brasileños, tanto se lo deseo a él", comenta el joven Rafael. "Ver a mi país en manos de un psicópata me preocupa", añade. Sus compañeras Marina y Tatiana coinciden. "Espero que sienta en carne propia lo grave que puede ser esta gripecita."
 
Nefasta gestión
La estrategia de Bolsonaro respecto a la pandemia está provocando víctimas innecesarias
 
La gestión de un episodio tan dañino y de graves consecuencias sociales y económicas como la covid-19 se ha revelado una tarea complicadísima para todos los Gobiernos del mundo. La mayor parte de la comunidad internacional ha optado por medidas drásticas —fundamentalmente el confinamiento— para aplanar la curva de contagios y muertes. Mientras, otros Ejecutivos, entre los que destacó en su momento el del Reino Unido, eligieron una actitud más laxa a la espera de resultados. También se ha visto cómo algunos Gobiernos —Reino Unido vuelve a ser el ejemplo— han cambiado de estrategia cuando se ha demostrado que la utilizada no era eficaz. Por eso resulta particularmente desconcertante el empecinamiento del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, en minimizar el impacto de una enfermedad sobre la que ya no hay dudas respecto a su coste, tanto en vidas como en términos económicos. Y lo mismo sucede con su actitud de atacar y ridiculizar a quienes, con razón, advierten del peligro y piden un cambio de actitud.
 
Bolsonaro es uno de los políticos más negacionistas del mundo respecto a la covid-19 y Brasil ocupa la segunda posición en muertes a nivel global con más de 66.000. El otro gran negacionista es Donald Trump y EE UU ostenta el triste récord de muertos y contagios. El presidente brasileño, además, ha obviado constantemente los datos objetivos. También, lo sucedido en otras latitudes antes de que la enfermedad llegara a Brasil. Y a ello ha añadido la burla a los estudios científicos y a las instituciones que los sustentaban. Como muestra, Brasil lleva más de 50 días sin ministro de Sanidad. En mayo dimitieron consecutivamente dos titulares de dicha cartera por su total desacuerdo ante la actitud de Bolsonaro.
 
Y con este permanente desprecio oficialista por unas medidas mínimas de prudencia, el propio mandatario brasileño ha anunciado que ha contraído el virus. Una muy mala noticia tanto desde el punto de vista humano como institucional. Si, desgraciada e indeseablemente, la salud de Bolsonaro empeora, quedará alterada tanto la acción del Gobierno brasileño como la misma jefatura del Estado en un momento crítico en el que Brasil necesita urgentemente atajar la pandemia, mitigar sus efectos sociales y económicos y encarar su recuperación.
 
Sin necesidad de ser él mismo víctima del contagio, Bolsonaro (64 años), que sigue asegurando que la enfermedad no es tan grave y que afecta sobre todo a personas mayores, debería haber comprendido hace ya tiempo que su gestión de la enfermedad es nefasta, que su estrategia está causando un alto número de víctimas innecesarias y está provocando además un importante daño interior y exterior al país que preside. Y tampoco parece haber comprendido que nunca es tarde para rectificar.
 


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